El futuro laboral de los artistas y creadores en la era de los robots y la Inteligencia Artificial. Parte II.

Adres Oppenheimer en su libro ¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización se pregunta por el futuro laborar con la aceleración tecnológica no sólo en el campo de la computación sino también en el de la biotecnología, la robótica y la nanotecnología.[1] Situación que, según algunas teorías, está generando una polarización donde resultarán más beneficiados los trabajadores con mayor y con menor educación.  Los trabajadores con mayores habilidades y estudios se podrán adaptar a nuevos trabajos que surjan en los próximos años, mientras que aquellos que almacenan y procesan información, venden y ofrecen servicios podrán ser sustituidos.

Si tu trabajo desarrolla tareas repetitivas y predecibles, tarde o temprano será reemplazado por un algoritmo o un robot.

Para saber qué probabilidad hay de que tu trabajo sea reemplazado por una máquina sólo debes intentar explicarlo a alguien más, si lo puedes explicar con facilidad, seguro se automatizará, sentencia Oppenheimer. Si tu trabajo desarrolla tareas repetitivas y predecibles, tarde o temprano será reemplazado por un algoritmo o un robot. Aun cuando se trate de ciertas tareas creativas, como la escritura, el diseño y la creación de objetos, o de la docencia, ya que los maestros robóticos podrán explicar los temas en cientos de maneras sin exasperarse. Por si esto fuera poco, ya se desarrollan programas personalizados que podrán sustituir cualidades humanas como la experiencia y el buen juicio que pondrían en riesgo el trabajo de los CEOs.

Y aquí es donde los artistas, creativos y creadores entramos en la escena pues, según Oppenheimer, algunos futurólogos entrevistados para el libro aseguran que «la formación académica y las habilidades como la creatividad, la originalidad, la inteligencia social y emocional —que también deberán enseñarse en las universidades— serán clave para las profesiones del futuro.»[2] Esto llevará a las universidades a crear nuevas carreras cada vez más interdisciplinarias que incluyan tecnologías, razonamiento abstracto, pensamiento  crítico, resolución de problemas y habilidades blandas con actualizaciones permanentes. En esta nueva era, la educación será, cada vez más, la puerta para la supervivencia laboral y la prosperidad individual: «La sociedad se dividirá  en tres grandes grupos: una élite que será capaz de adecuarse constantemente al avance de  la tecnología y ganará cada vez más dinero, un segundo grupo de gente que prestará  servicios personalizados para la élite —los entrenadores físicos, profesores de zumba,  guías de meditación, profesores de piano y chefs a domicilio— y un tercer grupo de  quienes básicamente se quedarán sin empleo y que quizá reciban un ingreso básico  universal para las víctimas del desempleo tecnológico».[3]

Entre los supervivientes estarán los creadores, quienes en gran medida se encargarán de dar a conocer los productos al mercado con el manejo de nuevas plataformas de creación de imagen, dispositivos de realidad virtual, nuevas redes sociales y plataformas de internet. Antes, los clientes iban a buscar el producto, pero ahora es el producto quien busca a sus clientes con el trabajo de los creadores de imagen y contenido. La realidad virtual y la realidad aumentada serán la “revolución tecnológica” para lo que ya se están empleando y emplearán una legión de profesionales. A diferencia de la frialdad de la primera revolución industrial, esta revolución robótica tenderá a humanizarse, o sea, que la interfaz entre máquina y usuario se buscará cada vez más intuitiva, empática, amable, confortable y cálida, lo que requerirá a grupos de profesionales de múltiples humanidades y artes para conseguirlo. Además, sigue creciendo lo que Oppenheimer llama “la industria de la visualización”.[4]  Con la propagación de la realidad virtual a todos los campos de la vida se requerirán generadores de contenidos visuales en todos los niveles para todas las propuestas, desde las escuelas y consultorios médicos hasta comercios de diversos tipos.

«con la automatización del trabajo, la gente va a tener cada vez más tiempo libre y van a hacer falta muchos actores, músicos, escritores, artistas visuales y asistentes turísticos para entretener a la población.»

Con la automatización del trabajo, las industrias creativas entrarán en una época de oro. La nueva concepción del tiempo libre incentivará el consumo de las artes y de productos de entretenimiento. Según Oppenheimer «con la automatización del trabajo, la gente va a tener cada vez más tiempo libre y van a hacer falta muchos actores, músicos, escritores, artistas visuales y asistentes turísticos para entretener a la población.»[5] Ya es evidente el éxito de plataformas como Netflix o HBO, así como del crecimiento de Spotify o Pandora: «Las industrias creativas “están entre los sectores de más rápido crecimiento a escala mundial. Impactan la generación de  ingresos, la creación de empleos y los ingresos por exportaciones. Pueden crear un mejor futuro para muchos países”, dijo Irina Bokova, la directora general de la Unesco.»[6]

Esto no implica que varios procesos no se automaticen dentro de los estudios de diseño, los talleres de producción o los sets de grabación, y que algunos creadores pierdan su empleo. También está el riesgo de que incremente la piratería, la copia y el remake malintencionado o el fake art (como las fake news).  Sin embargo, también hay una tendencia a resignificar al arte analógico. Así como alguna vez pensamos que la fotografía digital había acabado con la análoga y actualmente, entre los jóvenes universitarios, hay un creciente interés por regresar a la película fotográfica, el objeto y la presencia están más vigentes que nunca. No podemos olvidarnos de la creciente oferta de ferias, festivales y muestras regionales e internacionales de artes visuales y artes vivas. Como ejemplo está la Art Basel Miami Beach edición 21 que apenas hace unos días cierra con “fuertes ventas” según algunas notas de periódicos[7].

Con la automatización del trabajo, las industrias creativas entrarán en una época de oro. La nueva concepción del tiempo libre incentivará el consumo de las artes y de productos de entretenimiento.

No podemos negar que cuando el arte responde cada vez más a la cultura del entretenimiento se pone en una situación comprometedora y hasta riesgosa en términos de libertad, si lo pensamos a la manera de Theodor. A. Adorno en su Teoría estética: «Si, pese a todo, el arte no se vuelve fácil de consumir, al menos la relación con él puede basarse en la relación con los auténticos bienes de consumo. Esto se ve facilitado por el hecho de que el valor de uso del arte se ha vuelto problemático en la era de la superproducción y deja su sitio al disfrute secundario del prestigio, del estar siempre ahí, del carácter de mercancía: una parodia de la apariencia estética. »[8] Pero este es un debate que desarrollaremos más adelante.


[1] Andrés Oppenheimer.  ¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización. Ciudad de México: Penguin Random House, 2018, p. 11

[2] Oppenheimer. ¡Sálvese quien pueda!, p. 15

[3] Oppenheimer. ¡Sálvese quien pueda!, p. 60

[4] Oppenheimer. ¡Sálvese quien pueda!, p. 300

[5] Oppenheimer. ¡Sálvese quien pueda!, p. 289

[6] Oppenheimer. ¡Sálvese quien pueda!, p. 290

[7] La lista. Art Basel Miami Beach termina con fuertes ventas y gran asistencia este 2023. Consultado: diciembre 18 de 2023.  https://la-lista.com/cultura/2023/12/13/art-basel-miami-beach-termina-con-fuertes-ventas-y-gran-asistencia-este-2023

[8]  Theodor. W. Adorno. Teoría Estética. Ediciones Akal: Madrid, 2004. p. 46

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